"Tu espacio para el crecimiento y la plena conciencia. Juntos en la búsqueda del sentido" CENTRO DE PSICOLOGÍA EN MÁLAGA Y MARBELLA
La mayoría de padres ve la tarea de educar como algo difícil. Pero si anticipa todo lo que puede fallar, que su hijo no estudiará, se relacionará con amigos que resten, no comerá… esto le desesperará y caerá en la profecía autocumplida.
La mejor prevención en educación es la intervención temprana. Muchos padres se quejan de que los niños no vienen con un manual bajo el brazo, pero si siguen estas reglas básicas, seguramente le allanarán el camino que supone educar.
Primero. Volumen y tono conversacionales.
Segundo. No dé órdenes contradictorias.
Tercero. Imaginación. Haga un concurso por semana para que jueguen “a hacer lo que deben”; puede ser sobre cualquier comportamiento a corregir.
Cuarto. No quiera modificar en su hijo todo lo que le molesta de una vez.
Quinto. Cuando corrija o muestre su enfado con ellos, no los ningunee, ni ridiculice, ni haga juicios de valor. Si lo hace, terminarán por comportarse conforme a las expectativas que se han puesto en ellos y les afectará a la autoestima.
Sexto. Sea constante. Aquello muy importante, basta con que lo argumente una vez, no busque más razonamientos porque su hijo no los necesita.
Séptimo. Paciencia y calma. Las personas que transmiten con paciencia son más creíbles y generan un ambiente cálido y relajado.
Octavo. No se contradiga con su pareja. Los niños tienen que saber que la filosofía y la escala de valores parten de los dos.
Noveno. Nunca levante los castigos. Es preferible aplazarlo, pero que sea efectivo y lo cumpla, que imponer uno muy duro fruto de la ira y que luego deshará convirtiéndose en alguien a quien se puede chantajear.
Décimo. Mejor que el castigo, el refuerzo. Significa prestar atención a lo que hace bien, cualquier cambio, y decírselo.
Recuerde lo más fundamental: hasta la adolescencia, no hay figuras más importantes que los padres. Si trata de educar en una dirección, pero se comporta en otra, será inútil. Los hijos copian, son esponjas. Educar con acciones tiene mucho más impacto que con palabras.
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